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  • Foto del escritorRo DPrado G

"Del Otro Lado del Cristal"


Fotografía el día de su boda, verano del 2000

Relato inédito de mi hermano Ricardo De Prado (27 Feb 1960 - 13 Dic 2004), el cual escribió en braille hace más de 20 años; me tomé la libertad de realizar unas correcciones y transcribirlo en 'negro' para contar una historia que merece ser escuchada.


Fotografía el día de su boda, verano del 2000 con su amada 'Tichy' Martha Patricia Cárdenas (10 Mar 1969 - 2 Feb 2022). De nuevo, y por siempre juntos, riendo a carcajadas.


La forma de enfrentar los retos de salud y físicos con que la vida sorprendió a Ricky en cada vuelta del camino, me inspiró para utilizar y adaptar fragmentos de este escrito en mi novela

'El Bosque de los Igmas: Memorias de mis Ancestros'

(Manuscrito II; Pergamino Cuarto; 'Dovel'ico - Del Otro Lado del Cristal, año 139 a.C.').


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En un día cotidiano, al sonar el despertador abres los ojos de golpe buscando el aparato escandaloso para apagarlo; acto seguido, probablemente por unos instantes, cierres los ojos de nuevo para terminar de despertar. Una vez que racionalizas lo inevitable de tener que levantarte, tus ojos se abren por completo y te estiras para sacudir la pereza del cuerpo.


Fuera de la cama, te diriges al baño, te aseas, seleccionas la ropa según la ocasión y compromisos del día. Asearte, bañarte, vestirte, peinarte; son acciones cotidianas que simplemente realizas casi metódicamente; no tienes más que desplazarte por la habitación, el vestidor, el baño... viejos lugares conocidos.

Ya vestido y arreglado, si eres de los que tiene el buen hábito de desayunar, pasarás por la cocina y, abriendo el refrigerador o la alacena, en seguida ‘verás’ qué es lo que te apetece más para terminar con el ayuno del día. Con habilidad o sin ella (si es que te agrada el arte culinario), podrás prepararte algo rico de comer, aunque para algunos la presentación no es importante, pues seguramente lo comerás en menos tiempo de lo que tardaste en prepararlo.


Un día laboral está por delante, con una agenda bastante justa, que involucra varias citas en diferentes destinos por toda la ciudad. Lo cual es un mayor reto por que resides en la inmensa Ciudad de México (CDMX) y debes trasladarte en transporte público, que puede variar entre Metro, Taxi, Autobús o, con suerte, alguien te pueda 'dar un aventón'. Claro que esto podría ser más sencillo si yo tuviera un auto particular y, desde luego y lo que es mas importante, me permitieran manejar a pesar de mi condición...


Esta es mi historia, la historia de un Ciego Adquirido. Y, ¿qué es un ciego adquirido? es aquel que pierde la vista por una enfermedad o un accidente, pero alguna vez tuvo visión. A los demás se les conoce como ciegos de nacimiento.

DEL OTRO LADO DEL CRISTAL, trata de mostrar cómo son las cosas en el mundo de los ciegos después de haber vivido 35 años de aquel lado del cristal. Espero poder describirles lo que ha sido mi mundo en los últimos años; y que no es tan malo como lo hacen parecer algunas personas, o aquellos que no acaban de adaptarse a su nueva condición.


Cómo me quedé ciego...

Con una fuerte carga genética, la dulce compañera 'Diabetes' se instaló en mi vida siendo muy joven; y ha sido por mi falta de responsabilidad ante los cuidados que demanda la Diabetes, así como la falta de atención y seguimiento a problemas menores de visión que se me fueron presentando, lo que provocó que fuera perdiendo poco a poco la vista, hasta quedarme totalmente ciego. No fue por la administración de la insulina, como muchos piensan. La insulina, debidamente administrada es quien nos ayuda a llevar una vida más normalizada, dentro de diferentes parámetros para cada caso. En el proceso de mi debilidad visual, se intentaron varios tratamientos y cirugías, que me permitieron recuperar parcialmente la vista por un tiempo, pero el daño continuó avanzando de manera irreversible. Hasta que accedí para dar el paso 'al otro lado del cristal', sin que ello me impidiera seguir adelante y conseguir llevar una vida normal.


Aceptar la rehabilitación...

Al perder la vista de mi ojo derecho, empecé a adaptarme a ver las cosas en otra dimensión, pues se pierde la perspectiva y cuando quieres tomar un vaso, estiras la mano y tiras el agua, porque estaba mas cerca de lo que veías; y esto pasa con todo lo que te rodea. Luego fui perdiendo visión del ojo izquierdo, y es entonces que debes aceptar el apoyo de tus semejantes; yo he sido muy afortunado al contar con mi madre y hermanos, que me ayudaban en cosas simples como distinguir los colores de la ropa que me iba a poner. Aunque por mi parte fue necesario volverme más organizado, para saber donde ponía las cosas, y también se volvió organizada mi familia, para no dejar las sillas o las cosas fuera de lugar y así evitar accidentes; lo que mis pantorrillas han agradecido porque son las mas afectadas por los golpes.


Al quedarme ciego, para poder ir a algún lugar tenía que recurrir al auxilio de mi madre o mi hermana, o alguien cercano. Pero llego el día en que, al ir a visitar a un amigo ciego, me hizo comprender que no iba a depender toda la vida de mi madre o de mi hermana y que yo era un discapacitado, en ese momento me 'cayo el veinte' y me propuse rehabilitarme lo mas rápido posible.


Lo primero que hice fue ir a comprar un bastón blanco con punta roja y retráctil, que son los que utilizamos los ciegos. Dicho bastón lo adquirí en CRECIDEVI, Centro de Rehabilitación para Ciegos y Débiles Visuales. Ahí mismo empecé los trámites para entrar a la escuela y comenzar mi rehabilitación; como esta iba a tardar unos dos meses, pues justo estaban en período de vacaciones, me propuse empezar antes y así fue como conocí a Pilar Haces de Vallines. Una estupenda amiga vidente, quien me enseño el alfabeto Braille y me alecciono en los primeros conocimientos de cómo usar el bastón blanco.


En agosto de 1996 entre a la escuela y me inscribí a lectura y escritura de Braille, ábaco, mecanografía, taquigrafía en Braille; así como orientación y movilidad, donde te enseñan a orientarte y moverte con el bastón. También tomé unas clases de computación, aunque por razones del trabajo no lo concluí. Durante la etapa de rehabilitación, que duró aproximadamente seis meses, conocí a personas muy interesantes, y que han influido de buena manera en mi desarrollo como ciego y en la parte emocional de mi vida.


Incluso, en la Navidad de ese año participe en la pastorela que se organizo en la escuela, lo cual fue siempre una de mis ilusiones: el representar un papel en una obra de teatro. En este caso hasta fueron dos, pues fui el Posadero y uno de los Reyes Magos y obviamente, me divertí como nunca. Actualmente continuo con mi rehabilitación porque esta no termina nunca, aunque no en la escuela, pero si en la vida cotidiana y con los adelantos y apoyos tecnológicos que cada día son mejores y más sofisticados. Lo importante de esto es no dejarse vencer, ni aceptar la desidia y, mantenerse actualizado día a día.


Cómo ha cambiado mi vida...

Aquí una pequeña reflexión personal, cuando me quedé completamente ciego quisiera darles ejemplos de lo que es ahora mi mundo, y la importancia en el desarrollo de mis otros cuatro sentidos: Al tener en mis manos una manzana, por el tacto supe que era una manzana roja y jugosa y no necesité de mi vista para descubrirlo. Al sentir en mis dedos la forma alargada, más ancha arriba que abajo, me trajo a la memoria el recuerdo de una manzana Stirling y, al hacer un poco de presión sobre esta y sentir cómo tronaba me di cuenta que estaba fresca y jugosa. Esto es lo que hace que nuestra vida sea tan normal como la de cualquiera, al aumentarse la sensibilidad de otros sentidos para compensar la falta de visión.


Otro de los sentidos que más se desarrollan es el oído; al principio cuesta trabajo adaptarse. Cuando estas en la serenidad de la noche, los primeros días, escuchas todo: el viento, la ventana que golpea, el goteo de un grifo mal cerrado, la puerta de la casa del vecino, la ambulancia que pasa a diez calles, la moto del repartidor de periódicos, los vendedores del agua y los 'gritones' del gas; todos estos ruidos y otros más son los normales de una ciudad y con los que convives día a día, pero al agudizarse el oído y, mientras te adaptas a ello, te mantienen en vela durante una larga temporada.


Sin embargo, esta sensibilidad es también una de las principales 'armas' en el desenvolvimiento diario por la ciudad y en nuestras actividades. Yo, por ejemplo, distingo el motor de un V.W., que en esta ciudad la mayoría son taxis; con ello, si no hay nadie cerca que me pueda ayudar a hacerle parada, cuando oigo el motor levanto la mano y se que alguno se detendrá; ¡desde luego esperando que sea aquel que es un taxi!


Otra de las maravillas que descubrí al quedarme ciego, es la capacidad de registro y almacenamiento que tiene nuestro cerebro. Lo comprobé al oír la voz de un amigo al cual no había visto desde hace mas de diez años, y supe inmediatamente de quién se trataba. También gracias al aumento de sensibilidad de mi oído y con el tiempo, he aprendido a distinguir los diferentes estados de ánimo de las personas con las que hablo, e incluso saber si cuando lo hacen son sinceros, tratan de sacar provecho, te están mintiendo o simplemente 'te dan el avión'. Por el tono de voz también puedes distinguir angustia, dolor, estrés, odio, amor y muchos sentimientos más.


Hay otro tipo de ruidos que de verdad me ponen de malas como: los cláxones de los autos, los aviones, la música estridente, una sirena muy cercana y el peor de todos, el carrito de los camotes, con su silbato tan agudo que te altera las neuronas cerebrales.


El olfato y el gusto son los otros dos sentidos que también se desarrollan de forma muy especial, pues hay veces que olemos hasta lo que no quisiéramos. En mi caso, que me gusta mucho la gastronomía, el olfato me es de gran ayuda porque me permite distinguir los olores de las especies, y de los diferentes productos que voy a utilizar al preparar un platillo. Cuando cocino, empleo los cuatro sentidos que me quedan: por ejemplo, al hacer un arroz a la mexicana, uso el tacto para picar el jitomate, la cebolla y el ajo o para limpiar los chícharos. También al freír el arroz, por medio de la cuchara para moverlo, nos damos cuenta cuándo el arroz ya este dorado. El olfato nos ayuda con las especies, saber si las verduras están en buen estado y oler si no se nos esta quemando nada. Con el oído nos percatamos cuando el aceite esta hirviendo o de la ebullición del agua cuando se está cociendo el arroz. Por último, el gusto nos sirve para saber si nos quedó bueno o de plano ¡nos dedicamos a otra cosa!


Esta es la forma en que se nos desarrollan más el resto de los sentidos a los que carecemos de alguno de ellos. En el caso de los ciegos, el oído y el tacto son los sentidos que más nos ayudan a movilizarnos y orientarnos. Por ejemplo, al caminar con el bastón blanco, lo tomamos empuñando el mango y con el dedo índice extendido; por el tacto nos permite sentir si el piso es liso, empedrado, si hay tierra, pasto, grava o incluso agua. El oído nos permite saber si estamos cerca de el arroyo vehicular o la entrada o salida del Metro; por el oído y por el viento se puede determinar si se está en un cruce de calles o en la entrada de un garaje. En verdad es una infinidad de cosas que podemos realizar con el aprovechamiento de estos sentidos, aún careciendo de la vista.


El olfato, también me ayuda a ubicar determinados lugares que me sirven como referencia para llegar a algún lugar. Por ejemplo, cuando voy al Metro, antes de llegar a la entrada sé que hay una perfumería y esta me sirve de referencia o, cuando estaba en los cursos de rehabilitación, al salir de la escuela y caminar sobre el Eje Central, justo antes de llegar a la calle de Fray Servando, sé que hay una panadería y ese delicioso aroma me daba la pauta para tomar mi camino.


Y todavía hay más, cuando me quedé ciego, y empecé a potenciar el resto de mis sentidos, descubrí un sentido muy especial, que espero poder describir: Es como un sensor a nivel de piel, pues al caminar o estar cerca de alguna persona, aunque no me hable siento su presencia. Así también, cuando voy caminando por la calle, me detengo súbitamente sin razón y, es entonces que al estirar la mano o revisar el lugar donde estoy, me encuentro casi siempre con algún obstáculo que no tenía modo de sentir con el bastón o saber que estaba ahí; yo lo entiendo como el sentido de los murciélagos, como tener un radar integrado.


Esta es la forma en que me he adaptado a mi nueva vida como ciego y puedo decir que no ha sido fácil, pero si fascinante la forma en que vas descubriendo las maravillas que te tiene guardadas el Señor cuando llegas a tener una discapacidad y logras superarla. El haber perdido la vista es doloroso y la rehabilitación difícil, pero una vez adaptado y consciente de que tienes una limitación, la vida te muestra colores nuevos y todo lo que puedes realizar estando ciego; cuando pudieras creerlo imposible al estar 'de ese lado del cristal' el no contar con el sentido de la vista nos muestra otras posibilidades. Yo no pensé que pudiera adaptarme tan fácil, aunque debo confesar que quien más lo ha resentido son mis espinillas que ya se han llevado varios golpes, pero así es como se aprende, claro que cada vez son menos.


El haber superado esto se debe también en gran parte al apoyo que he tenido de mis padres, hermanos, esposa, amigos, familiares y demás personas allegadas a mi. Gracias a ellos me he superado día a día y cada logro que consigo o escalón que subo, lo comparto con todos, muy dentro de mi corazón.


Ser ciego tiene sus ventajas...

La primera es que no tengo que verle la cara a quién me cae mal, ahora sólo los escucho. Te haces de la vista gorda y ni quien te diga nada. Obtienes un lugar sentado en el Metro, eso si, siempre que alguien se digne a pararse. Si necesitas entrar a algún lugar y no te dejan, haces como que no lo viste y te pasas. Cuando llegas a un sitio muy concurrido, pones cara de compungido y te abren camino, al igual que si echas el bastón por delante con más razón. Cuando vas a un restaurante a comer o cenar, te ahorras el leer todo el menú, siempre hay alguien que lo hará por ti, lo cual es un alivio. En cierta ocasión me fue muy útil al acompañar a mi madre a tramitar su visa a la embajada, pues como sabrán las colas son eternas. Esa vez llegamos por el lado de Reforma y los policías de seguridad al verme me pasaron junto con mi madre por otra puerta y una vez adentro, una de las personas que ahí laboran me pregunto si traía todos mis papeles en regla, al decirle que el tramite era para mi madre, le dio mucho coraje y no tuvo mas remedio que atendernos.


Y, cómo será mi relación de pareja...

Fotografía Revista Diabetes Hoy Nov-Dic 2004

Fotografía Revista Diabetes Hoy Nov-Dic 2004

Al quedarme ciego y después de asimilarlo, rehabilitarme y empezar de nuevo el camino, surgió una duda ¿cómo va a ser ahora mi relación de pareja?. La situación es que antes veía a una mujer y dependiendo de su físico, en primer termino, es que decidía si me acercaba o esperaba alguna otra chica que fuera más atractiva a la vista, aunque a lo mejor su forma de pensar y de actuar no era compatible con lo que yo buscaba. Al estar 'del otro lado del cristal' las cosas cambian y el atractivo físico pasa a segundo termino. Aunque en lo personal considero que no deja de ser importante, pues con las manos (¡¡el sentido del tacto, súper desarrollado!!) también puede 'percibirse' ese físico. Sin embargo, se vuelve prioridad que la forma de pensar, de actuar y de aceptar nuestra discapacidad, sean el atractivo principal de una relación de pareja.


Otro de mis retos era aceptar mi impotencia sexual, provocada por una intervención quirúrgica que no se debió realizar. Esto me causo un verdadero trauma, difícil de superar. Afortunadamente conocí a una maravillosa mujer que me 'hizo ver' que el tener una relación sexual y disfrutarla, no se basa en que se dé o no una erección. Hay muchas formas de disfrutar una relación sexual y es aquí donde los ciegos llevamos ventaja con nuestra sensibilidad adquirida y el hábil uso de las manos (¡que no precisamente es inherente a ser ciego, desde luego!) Gracias a esa sensibilidad puedo tocar un rostro, y en base al conocimiento adquirido cuando veía, es que puedo imaginarme cómo es ese rostro que estoy tocando; al igual que con el resto del cuerpo, la tersura de la piel, su frescura o aspereza, si hay o no cicatrices o marcas. Esta sensación es un privilegio que como ciego he adquirido y me permite sentir algo que antes no conocía; no es fácil de explicar, sólo puedo recomendar que debían practicarlo todos aquellos que quieran perfeccionar sus habilidades como amantes. Lo que si puedo decir de esta experiencia es que después de tener relaciones sexuales cuando veía y ahora, 'del otro lado del cristal', es que disfruto más en este momento, puesto que es más interesante ir descubriendo poco a poco un bello cuerpo, que verlo de golpe y, obviamente tardas más en 'ver' con las manos, que con los ojos.


Esta es mi vida hoy...

La vida de un ciego no es fácil, pero si se toma con filosofía se le pueden sacar muchas cosas bellas y muy positivas. Estamos hoy y aquí y eso es lo que cuenta, no me voy a amargar la vida cuestionando de lo que hubiera pasado si me hubiera cuidado más de mi diabetes y no hubiera perdido la vista; en primer lugar, el 'hubieran' no existe y en segundo lo que hice lo hice y ya, no se puede revertir. De hecho, ahora estoy viviendo una etapa de mi vida diferente y conociendo cosas de este mundo que en verdad son muy interesantes, agradecido con Dios, que me está dando la oportunidad de descubrirlas, de todo se aprende en esta vida.


Algunos piensan que debo de estar loco al disfrutar de mi ceguera, pero lo que se les olvida es que Vida sólo hay una y debemos de sacarle el mayor provecho posible, y con esto no quiero decir que sea una vida de disipaciones y derroche, sino de conocer y escuchar a las personas y aprender de ellas, porque creo que en esta vida nunca se acaba de aprender y descubrir todo lo maravilloso que hay en ella.


Sé que mucha gente tiene problemas y que estos pudieran ser mucho mayores que los que he tenido yo a lo largo de mis 38 años, pero tengo un remedio que tal vez les pueda ser de utilidad: Tengan Fe y que crean no sólo en Dios o en el Ser Supremo de su preferencia, también crean en ustedes mismos. La mayoría de los males que tenemos nos los creamos nosotros, desde la forma en que nos alimentamos, nuestro estilo de vida y hasta por lo que pensamos, nos provocamos enfermedades. Por esto es bueno cultivar una actitud positiva ante la vida y enfrentar los problemas de la forma más sensata posible.


Con esta actitud he podido salir adelante y superar mis enfermedades, aunque no ha sido nada fácil y todavía me falta mucho por recorrer; en verdad les digo que la mejor medicina para el cuerpo y el alma es ser optimista, aprender a reír porque hay muchos que no lo han aprendido o, tal vez, ya olvidaron cómo hacerlo.


Fotografía de Ricardo De Prado González en Yácatas 387, Ciudad de México, a los 30 años.

Ricardo falleció el 13 de diciembre de 2004. Tenía 44 años. Con sólo 9 años de vivir como ciego, consiguió tener un dominio increíble de su condición y de su entorno. Se convirtió en Agente de Seguros siendo ciego, de hecho, fue el primer ciego en presentar un examen 'en negro' (No braille); tuvo que hacerlo con otra persona sentada a su lado que le leía las preguntas y le orientaba para colocar la pluma en la línea donde debía escribir las respuestas. Impulsó la creación de AMPRAC Asociación Mexicana de Trasplantes Renales, como presidente y Co- Fundador, consiguió hacerse escuchar y apoyar a mucha gente con este padecimiento (que Ricardo también compartía).


Se convirtió en un excelente orador con platicas de motivación, al que no le preocupaba si en la sala de audiencia había 1 persona sentada o miles; no padecía de pánico escénico y, como él decía "como no los veo, me da igual cuantos sean o si se quedan dormidos..." Se movilizaba en transporte público sin problema, tan sólo acompañado de su bastón y su buena actitud; desde luego no faltaban nunca los 'buenos samaritanos' que le ayudaban en su trayecto.


No dejó de disfrutar de aquello que le gustaba: Jugaba boliche, incluso logrando 'chuzas'; sólo pedía que se le colocara centrado en la pista, pegado a la línea y, él hacía el resto. Pedía ir al cine, de preferencia películas infantiles, donde no molesta al vecino de asiento que alguien esté narrando la película en voz alta, habiendo tantos chiquillos haciendo ruido. Incluso un día pidió poder manejar de nuevo un coche, así que, en una gran explanada de un estacionamiento, pudo hacerlo.


Disfrutó también de la maravillosa experiencia de sumergirse en las profundidades del Mar Caribe, en un buceo memorable junto con su querido hermano experto instructor, Javier, aka 'el Pato'. Cuenta Ricardo que esa pudo haber sido la mejor experiencia y sensación de su vida... Un ciego, con el sentido del oído suprimido bajo el agua, el sentido del olfato contenido y el sentido del tacto limitado... La única opción: Dejarse llevar por la corriente y conectar con el interior.

Este es el maravilloso legado de mi amado hermano mayor, Ricky.

Te amo, siempre.


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